Ciudad Juárez, en el norte de Chihuahua, se encuentra a tan solo tres kilómetros de la ciudad texana de El Paso – es tan cerca que las dos ciudades están conectadas por un puente peatonal. Antes de la pandemia por COVID-19 era común para niñas y niños vivir de un lado de la frontera y acudir a la escuela del otro lado, o, para las mujeres dedicadas al empleo doméstico o de cuidados, trabajar en El Paso y regresar a su casa en Juárez por las noches.
Pero la vida puede ser muy distinta dependiendo de en qué lado del puente vivas.
“Ciudad Juárez es una de las ciudades más inseguras del mundo”, dice Lydia Cordero, Directora de la organización de mujeres “Casa Amiga Esther Chávez Cano”. “El Paso, Texas, es una de las ciudades más seguras de Estados Unidos”. Estas son las contradicciones que vivimos cada día. Sentimos lo que es la vida en Ciudad Juárez, especialmente para las mujeres y sus hijas, y vemos lo distinta que es del otro lado.
Juárez tiene una de las tasas más altas de feminicidio (asesinatos por razón de género) en México – lo cual es relevante en un país donde 11 mujeres son asesinadas cada 24 horas. Recuerdos de la mortal epidemia están por todos lados: en las filas de cruces color rosa que atraviesan las calles y en las fotografías de niñas desaparecidas que cubren postes y ventanas.
Acabar con el feminicidio y la violencia por razones de género se ha convertido en el trabajo de vida de Lydia Cordero.
Como directora de Casa Amiga, Lydia provee servicios como el acceso a la atención médica, a refugios, a consejería y a asesoría legal a las sobrevivientes de violencia. Además, la organización se ha convertido también en líder de una fuerza de cambio, al trabajar con otras organizaciones para crear conciencia de la problemática. Campañas como “Ni una más” han sacado al feminicidio de las sombras y lo han colocado en la agenda política, a la par que la comunidad ayuda a cambiar las normas que aceptan la violencia.
Cordero primero entró a Casa Amiga como voluntaria, en 2001, y luego se convirtió en recepcionista cuando la mujer que ocupaba ese puesto fue asesinada a la entrada de Casa Amiga por su pareja. Ese momento fue un punto de inflexión tanto para Lydia como para la organización.
“Algo hizo click”, menciona Cordero, sobre la tragedia que galvanizó a un movimiento. “Pensé que era momento de estar [más] involucrada”. Lydia se inspiró por la manera en que las mujeres de Casa Amiga transformaron su dolor en una demanda por justicia. “Desde entonces, no he mirado atrás”, comenta.
En las últimas dos décadas, Lydia ha visto el impacto de su trabajo de primera mano. “Aún me encuentro con mujeres en la calle y me reconocen como su terapeuta de algún grupo o espacio de ayuda y me cuentan cómo el haber ido a Casa Amiga les cambió la vida”, dice. “Estoy orgullosa de haber trabajado en este tema durante 19 años, levantarme todos los días pensando en cómo mejorar y qué hacer distinto.”
Además, Lydia encuentra motivación en las generaciones de mujeres jóvenes que se han unido en la lucha por la igualdad.
“Para mí ha sido muy grato escuchar a voces jóvenes demandando el cambio, ver a niñas inmersas en el tema, quienes a su vez tienen sus propias demandas y sus propias formas de protestar”, menciona.
“Sé que no estamos solas, somos muchas.”
La Iniciativa Spotlight trabaja con activistas como Lydia Cordero para erradicar el feminicidio y todas las formas de violencia contra mujeres y niñas en México. Nosotros y nosotras estamos #WithHer. ¿Y tú?